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Breve reflexión sobre la guerra y el genocidio

Sin duda, el siglo XX, pasó a la historia por sus grandes descubrimientos científicos y tecnológicos; pero desgraciadamente, también por ser el siglo de mayor violencia de nuestra historia. La idea de separación del “otro” para proteger a la comunidad vuelve a renacer con fuerza en nuestros días. Pensar que la paz se instauraría tras la Segunda Guerra Mundial se puede considerar- cuanto menos-, una gran ingenuidad, a la luz de lo acontecido desde la segunda mitad del siglo XX, hasta nuestros días (Rodrigo, 2014).

Este breve ensayo sobre las formas de violencia colectiva, sitúa el foco central de las preocupaciones actuales de los ciudadanos para explicar el auge creciente de la violencia en las sociedades contemporáneas. Desde luego, el conocimiento de las acciones violentas pasadas no ha servido para evitar que se repitan en nuestro presente. La mayoría de estudios se han centrado en los debates conceptuales, o en ofrecer una visión sesgada, debido al tratamiento polarizado y bidireccional de los conflictos, siempre desde la perspectiva conceptual, o victimaria.

 

Quizá, la clave resida en una revisión de los capítulos de genocidio y violencia atroz acontecidos, analizando a los perpetradores, y no a las víctimas. Por otro lado, los estudios suelen adolecer de una visión transversal. Actualmente, más que hablar de lógica del Estado habría que hablar de lógica del poder, la cual presenta procesos asimétricos, sin líneas claves, excepto la de aprovechar coyunturas de crisis como escenario para campar a sus anchas. Aunque siempre van a existir nexos comunes, cada proceso violento debe ser analizado en su propio contexto para evitar anacronismos y generalizaciones innecesarias que nos alejarían del entendimiento de la verdadera naturaleza del mismo.

 

La guerra constituye el fenómeno central de la violencia contemporánea. Llama la atención la desvinculación civil hacia la misma, cuando Europa ha sido el escenario primordial de las guerras acontecidas durante los siglos XIX y el XX. La satisfacción de los intereses económicos de las naciones, o  las ideologías creacionistas y limpiadoras- en un segundo término-, han constituido el germen de la mayoría de genocidios desde mediados del siglo XX hasta nuestros días.  Sin duda, uno de los capítulos más terribles fue el genocidio de los armenios a manos del Gobierno de los Jóvenes Turcos del Imperio Otomano (un caso de exterminio dirigido desde el gobierno y encubierto por una cortina de humo de luchas inter-étnicas en el convulso contexto de la Gran Guerra). Como apunta la socióloga, francesa Claire Mouredian, hoy día siguen negando el reconocimiento de “genocidio” a la barbarie que hicieron con el pueblo armenio, debido a intereses puramente económicos. Turquía es miembro de la OTAN, es un actor clave en la región, lo que hace que pocos países reconozcan el plan sistemático de aniquilación física y cultural de los armenios entre 1915 y 1923. Estados como Argentina, Chile, Rusia y Canadá reconocen el genocidio armenio; sin embargo, otros  gobiernos como el alemán, e incluso nuestro propio gobierno, no han tenido hasta la fecha un pronunciamiento concreto (Valqui, 2004).

Actualmente, hemos sufrido capítulos similares de asesinatos en masa. Un ejemplo muy poco conocido, es el acontecido durante la reciente guerra en Sudán del Sur, un país muy joven, creado tras la independencia de su vecino del norte en 2011. Sin embargo, la emancipación del país no acabó con los conflictos entre las dos principales etnias que habitan el territorio, los dinka y los nuer, dejando ya un saldo de 500.000 víctimas mortales, 1,5 millones de desplazados internos y casi 2 millones de refugiados. Investigadores de la Unión africana localizaron fosas comunes, al mismo tiempo, que detallaban otras atrocidades como canibalismo forzado y violaciones. Nuevamente el petróleo- al igual que ya sucedió  en Irak-, ha hecho que EE.UU. se involucrara de lleno, para tratar de defender los derechos humanos y mejorar su imagen internacional. Uno de los capítulos más atroces fue la limpieza étnica en Darfur (AA. VV, Informe HRW, 2014).

A pesar de que la Unión Africana esperaba conseguir su primer éxito a nivel internacional en la pacificación de un conflicto africano, su actuación solo sirvió para poner en entredicho  su credibilidad, para desgracia de la población civil (Alaminos, 2008,p. 234).

Otro genocidio de la población lo podemos encontrar en la guerra en Yemen. Desde 2014, ha habido un recrudecimiento de las acciones bélicas. El más reciente coletazo de esta guerra ya deja más de 2,5 millones de desplazados internos, y 173.000 refugiados que huyen a países como Etiopía, Somalia y Sudán (Sidika, 2017).  Aquí es la privación de alimentos y recursos básicos la gran arma de destrucción utilizada contra la población civil. Más de 10.000 personas han sido asesinadas ante una nula cobertura de los medios de comunicación. Desde 2015, la guerra ha sido silenciada ante la indolencia de la comunidad internacional. Nuevamente los intereses económicos triunfan.

La historia reciente ha demostrado como gobiernos y poderosas élites han sido artífices de asesinatos en masas, genocidios o lo que algunos investigadores han denominado: “democidios”. Sin duda, uno de los más conocidos fue el acontecido en la Guerra de Irak. Después de proveer de armas a Irán e Irak en el conflicto que los enfrentaba, EE.UU. y los gobiernos mundiales, invadieron el país bajo el pretexto de la posesión de unas armas nucleares que nunca fueron encontradas. Causaron en torno a un 1,2 millones de muertos, muchos de ellos niños y mujeres. Algunos autores hablan del uso de uranio empobrecido (armas químicas) lo que generará defectos congénitos y enfermedades a varias generaciones, causando dolor y sufrimiento durante décadas. La guerra estadounidense contra Irak fue (y es) un ejemplo de asesinato en masa contra una población civil. El último capítulo y más reciente, lo estamos viviendo con el conflicto en Siria, cuyo elevado número de muertos y desplazados, ha provocado la mayor crisis humanitaria de la historia desde la Segunda Guerra Mundial.

Dra. María Ruiz Ortiz

Bibliografía

 

-AA. VV. (2014). Informe de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. [Recuperado el 23 de abril de 2017, en: https://www.hrw.org/reports/2004/sudan0404/].

Béjar, M.D. (2014). Historia del Mundo Contemporáneo (1870- 2008). Argentina: Universidad Nacional de La Plata.

-Alaminos, M.A. (2008). “El conflicto de Darfur: Un reto para la credibilidad de la Unión Africana”. UNISCI Discussion Papers, n. 16, pp. 229-254.

-Rodrigo, J. (2014). Políticas de la violencia. Europa, siglo XX. Zaragoza: Prensas de la Universidad de Zaragoza.

-Siddiqa, A. (2017). Yemen: The Forgotten War. Institute of Strategic Studies. [Recuperado el 12 de abril de 2017, en: [http://issi.org.pk/wp-content/uploads/2017/02/Final_IB_Arhama_dated_17-02-2017.pdf ].

-Sosa, R. (2015). “Sudán, un conflicto sin fin”. Fuehem Educación Ecosocial. [Recuperado el 21 de abril de 2017, en: http://www.fuhem.es/].

-Valqui, C. (2004). Irak: causas e impactos de una guerra imperialista. México: Universidad Autónoma de Guerrero.