Siguiendo con mi proceso de formación lingüística, acabo de certificarme en TEFL (Teaching English as a Foreign Language).
Duración: 60 horas
Modalidad: online
Comparto con vosotros la publicación de mi última reseña en la revista Espacio, Tiempo y Forma. Serie IV. Revista de la Facultad de Geografía e Historia(UNED).
-García Hurtado, Manuel-Reyes (ed.), El Siglo XVIII en femenino. Las mujeres en el Siglo de las Luces, Editorial Síntesis, 2016, 436 pp., isbn: 978-84-9077-271-3.
http://revistas.uned.es/index.php/ETFIV/article/view/19576/17128
El centro de estudios Supera-T en colaboración con la organización CEPAIM inicia hoy una campaña de recogida de juguetes usados(en buen estado) y alimentos para las familias más desfavorecidas de Almería. No dejes pasar la oportunidad de colaborar con esta maravillosa y necesaria iniciativa. Seguimos educando…
A partir del mes de noviembre comienzo un nuevo proyecto educativo con el Centro de Estudios Supera-T. Este magnífico centro me concederá la posibilidad de mejorar mis competencias como docente de idiomas en el aula, al mismo tiempo que me permitirá implantar metodologías experimentales y llevar la coordinación académica del centro. Os informaré de todos nuestros proyectos. Mi más sincero agradecimiento a su directora, Dña. Silvia García Ranea, por confiar en mis servicios profesionales.
Tras un largo periodo dedicada a la búsqueda de proyectos profesionales externos, vuelvo a reflexionar sobre un tema que considero vital en el contexto social y educativo actual: el valor de las humanidades. Sin duda, estas juegan un rol crucial en mi propósito de vida pues siempre las consideré como pilares maestros de la que debería ser principal aspiración del ser humano: ser mejores personas para agregar valor social.
Por este motivo, he decidido volver a presentar mi proyecto formativo a diferentes instituciones. Dada mi inclinación natural por los senderos más angostos, comenzaré lanzando mi propuesta a las escuelas superiores especializadas en ADE.
“Necesitamos la historia, no cabe duda, pero la necesitamos por razones diferentes de aquellas por las que la necesitan los ociosos del jardín del conocimiento. La necesitamos para la vida y la acción (…)” F. Nietzsche.
Sin duda, el siglo XX, pasó a la historia por sus grandes descubrimientos científicos y tecnológicos; pero desgraciadamente, también por ser el siglo de mayor violencia de nuestra historia. La idea de separación del “otro” para proteger a la comunidad vuelve a renacer con fuerza en nuestros días. Pensar que la paz se instauraría tras la Segunda Guerra Mundial se puede considerar- cuanto menos-, una gran ingenuidad, a la luz de lo acontecido desde la segunda mitad del siglo XX, hasta nuestros días (Rodrigo, 2014).
Este breve ensayo sobre las formas de violencia colectiva, sitúa el foco central de las preocupaciones actuales de los ciudadanos para explicar el auge creciente de la violencia en las sociedades contemporáneas. Desde luego, el conocimiento de las acciones violentas pasadas no ha servido para evitar que se repitan en nuestro presente. La mayoría de estudios se han centrado en los debates conceptuales, o en ofrecer una visión sesgada, debido al tratamiento polarizado y bidireccional de los conflictos, siempre desde la perspectiva conceptual, o victimaria.
Quizá, la clave resida en una revisión de los capítulos de genocidio y violencia atroz acontecidos, analizando a los perpetradores, y no a las víctimas. Por otro lado, los estudios suelen adolecer de una visión transversal. Actualmente, más que hablar de lógica del Estado habría que hablar de lógica del poder, la cual presenta procesos asimétricos, sin líneas claves, excepto la de aprovechar coyunturas de crisis como escenario para campar a sus anchas. Aunque siempre van a existir nexos comunes, cada proceso violento debe ser analizado en su propio contexto para evitar anacronismos y generalizaciones innecesarias que nos alejarían del entendimiento de la verdadera naturaleza del mismo.
La guerra constituye el fenómeno central de la violencia contemporánea. Llama la atención la desvinculación civil hacia la misma, cuando Europa ha sido el escenario primordial de las guerras acontecidas durante los siglos XIX y el XX. La satisfacción de los intereses económicos de las naciones, o las ideologías creacionistas y limpiadoras- en un segundo término-, han constituido el germen de la mayoría de genocidios desde mediados del siglo XX hasta nuestros días. Sin duda, uno de los capítulos más terribles fue el genocidio de los armenios a manos del Gobierno de los Jóvenes Turcos del Imperio Otomano (un caso de exterminio dirigido desde el gobierno y encubierto por una cortina de humo de luchas inter-étnicas en el convulso contexto de la Gran Guerra). Como apunta la socióloga, francesa Claire Mouredian, hoy día siguen negando el reconocimiento de “genocidio” a la barbarie que hicieron con el pueblo armenio, debido a intereses puramente económicos. Turquía es miembro de la OTAN, es un actor clave en la región, lo que hace que pocos países reconozcan el plan sistemático de aniquilación física y cultural de los armenios entre 1915 y 1923. Estados como Argentina, Chile, Rusia y Canadá reconocen el genocidio armenio; sin embargo, otros gobiernos como el alemán, e incluso nuestro propio gobierno, no han tenido hasta la fecha un pronunciamiento concreto (Valqui, 2004).
Actualmente, hemos sufrido capítulos similares de asesinatos en masa. Un ejemplo muy poco conocido, es el acontecido durante la reciente guerra en Sudán del Sur, un país muy joven, creado tras la independencia de su vecino del norte en 2011. Sin embargo, la emancipación del país no acabó con los conflictos entre las dos principales etnias que habitan el territorio, los dinka y los nuer, dejando ya un saldo de 500.000 víctimas mortales, 1,5 millones de desplazados internos y casi 2 millones de refugiados. Investigadores de la Unión africana localizaron fosas comunes, al mismo tiempo, que detallaban otras atrocidades como canibalismo forzado y violaciones. Nuevamente el petróleo- al igual que ya sucedió en Irak-, ha hecho que EE.UU. se involucrara de lleno, para tratar de defender los derechos humanos y mejorar su imagen internacional. Uno de los capítulos más atroces fue la limpieza étnica en Darfur (AA. VV, Informe HRW, 2014).
A pesar de que la Unión Africana esperaba conseguir su primer éxito a nivel internacional en la pacificación de un conflicto africano, su actuación solo sirvió para poner en entredicho su credibilidad, para desgracia de la población civil (Alaminos, 2008,p. 234).
Otro genocidio de la población lo podemos encontrar en la guerra en Yemen. Desde 2014, ha habido un recrudecimiento de las acciones bélicas. El más reciente coletazo de esta guerra ya deja más de 2,5 millones de desplazados internos, y 173.000 refugiados que huyen a países como Etiopía, Somalia y Sudán (Sidika, 2017). Aquí es la privación de alimentos y recursos básicos la gran arma de destrucción utilizada contra la población civil. Más de 10.000 personas han sido asesinadas ante una nula cobertura de los medios de comunicación. Desde 2015, la guerra ha sido silenciada ante la indolencia de la comunidad internacional. Nuevamente los intereses económicos triunfan.
La historia reciente ha demostrado como gobiernos y poderosas élites han sido artífices de asesinatos en masas, genocidios o lo que algunos investigadores han denominado: “democidios”. Sin duda, uno de los más conocidos fue el acontecido en la Guerra de Irak. Después de proveer de armas a Irán e Irak en el conflicto que los enfrentaba, EE.UU. y los gobiernos mundiales, invadieron el país bajo el pretexto de la posesión de unas armas nucleares que nunca fueron encontradas. Causaron en torno a un 1,2 millones de muertos, muchos de ellos niños y mujeres. Algunos autores hablan del uso de uranio empobrecido (armas químicas) lo que generará defectos congénitos y enfermedades a varias generaciones, causando dolor y sufrimiento durante décadas. La guerra estadounidense contra Irak fue (y es) un ejemplo de asesinato en masa contra una población civil. El último capítulo y más reciente, lo estamos viviendo con el conflicto en Siria, cuyo elevado número de muertos y desplazados, ha provocado la mayor crisis humanitaria de la historia desde la Segunda Guerra Mundial.
Dra. María Ruiz Ortiz
Bibliografía
-AA. VV. (2014). Informe de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. [Recuperado el 23 de abril de 2017, en: https://www.hrw.org/reports/2004/sudan0404/].
–Béjar, M.D. (2014). Historia del Mundo Contemporáneo (1870- 2008). Argentina: Universidad Nacional de La Plata.
-Alaminos, M.A. (2008). “El conflicto de Darfur: Un reto para la credibilidad de la Unión Africana”. UNISCI Discussion Papers, n. 16, pp. 229-254.
-Rodrigo, J. (2014). Políticas de la violencia. Europa, siglo XX. Zaragoza: Prensas de la Universidad de Zaragoza.
-Siddiqa, A. (2017). Yemen: The Forgotten War. Institute of Strategic Studies. [Recuperado el 12 de abril de 2017, en: [http://issi.org.pk/wp-content/uploads/2017/02/Final_IB_Arhama_dated_17-02-2017.pdf ].
-Sosa, R. (2015). “Sudán, un conflicto sin fin”. Fuehem Educación Ecosocial. [Recuperado el 21 de abril de 2017, en: http://www.fuhem.es/].
-Valqui, C. (2004). Irak: causas e impactos de una guerra imperialista. México: Universidad Autónoma de Guerrero.
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Tras varios años e espera, tratando que saliera a la luz las actas de este magnífico congreso celebrado en la Universidad Rey Juan Carlos en 2013, estamos de enhorabuena. Muy pronto será una realidad. En la obra podrán encontrar una selección de las ponencias presentadas en el mismo. Agradezco al profesor Dr. D. Emilio Blanco, por invitarme a participar. En esta ocasión, colaboro con un capítulo dedicado a la representación moral y literaria de los trabajadores mecánicos del periodo:
«Los menestrales de la España Moderna fueron vistos como penitentes con un puesto y función bien determinados en la moral de la época, con sus jerarquías bien reconocidas y aceptadas, donde prevalecía una piedad que oscilaba levemente entre el fervor y el convencimiento y que se reflejaba diariamente en: una moral versátil, un fluctuante amor al prójimo y la pasión como emoción regente de sus actos. Las sumas de confesión sirvieron en innumerables ocasiones para fortalecer las normas emanadas de las ordenanzas municipales que intentaron regular las prácticas de los menestrales en todo momento. El poder de la Iglesia como cohesionador social hacía que llegara a más lugares que el poder civil. La moral del artesanado se vio marcada por innumerables fraudes derivados del ejercicio de su oficio…»
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http://www.saberes.es/congresos.html
Preparando una reseña sobre esta belleza editorial.